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Croquetas de puerro

Ingredientes para 15 unidades aprox:

Toca receta de croquetas otra vez!!! Qué alegría! y no es para menos porque veamos… ¿a quién no le gustan las croquetas? En esta ocasión he decidido elaborarlas de puerro que ya las tenía en mente desde hace tiempo. Y como novedad os diré que le he añadido a la bechamel una lámina de gelatina. ¿Para qué? pues para que queden mucho más cremosas. Es un truco que he leído a varios blogueros cocineros por internet y tenía que comprobarlo. La verdad es que han quedado muy crujientes por fuera y muy muy cremosas por dentro. El sabor del puerro es suave y muy fino… En casa nos han enamorado! Ahora toca pensar qué ingrediente usar en la siguiente ración de croquetas… ¿alguna idea?

Elaboración:

Limpiamos los puerros. Ya sabéis, desechamos la parte verde y las barbas. También quitamos la primera capa y los lavamos bien bajo el chorro del agua. Secamos y cortamos en trocitos pequeños. Ponemos una sartén con 4 cucharadas de aceite de oliva y calentamos a fuego bajo. Echamos el puerro y lo cocinamos durante 25-30 minutos hasta que quede muy blandito y de color caramelo. Después, escurrimos el puerro y lo reservamos en un plato.

Ponemos una cazuela a fuego medio bajo y derretimos la mantequilla. Cuando esté totalmente líquida incorporamos la harina y removemos con una varilla de mano para tostar la harina. Veremos que se crean unos grumos y que va cogiendo un tono doradito. (Este proceso se llama Roux y hace que la harina se tueste para que no quede cruda). Añadimos ahora la leche que tiene que estar caliente en varias tandas y no paramos de remover durante dos o tres minutos. Salpimentamos al gusto. Es importante probar un poco y comprobar que la salsa bechamel se está haciendo correctamente y que no sabe a harina. Si fuera así, dejamos que se cueza un poco más.

Cuando la salsa bechamel esté lista y algo espesa agregamos el puerro bien escurrido del aceite y la gelatina bien escurrida que habrá tenido que estar previamente hidratándose en agua fría. Mezclamos con una espátula hasta integrar bien. Cuando la masa esté lista, la extendemos sobre una fuente y dejamos enfriar en la nevera durante toda la noche. Es mejor taparlo con film transparente colocándolo de tal manera que toque la masa para que no se seque la superficie y se forme costra.

Al día siguiente, con la masa fría, cogemos porciones y con las manos moldeamos como más nos guste, alargadas o redondas… Las mías alargadas y de unos 55 grs aprox. Un pelín más grandes de lo habitual. Pasamos primero por la harina, luego por el huevo batido y después, por el pan rallado. Freímos las croquetas en tandas en una cazuela con aceite de girasol caliente. Recordad que el aceite tiene que estar a 175º C. Cuando estén doradas las pasamos a un colador grande y después a un plato cubierto con papel absorbente. Este otro truco lo aprendí de Webos Fritos. Si las pasamos directamente al papel, el aceite que sueltan puede hacer que el empanado se ablande rápidamente.

Y cuando estén todas… pues, nos las comemos… no nos vamos a quedar mirándolas… jeje… humm… deliciosas… son un gustazo.

Os dejo a continuación las recetas del resto de croquetas publicadas hasta la fecha:

– Croquetas de chorizo ahumado casero [1]

– Croquetas de calamar en su tinta [1]

– Croquetas de cecina y calabaza [2]

– Croquetas de jamón ibérico [3]

– Croquetas de rabo de toro [4]

– Croquetas de bacalao [5]